Chazuta está a orillas del río Huallaga, a unas dos horas de Tarapoto, en San Martín. Es uno de esos lugares donde sientes que el ritmo baja apenas llegas: calor amable, río ancho, gallinas sueltas, olor a cacao recién fermentado. Es un pueblo pequeño, pero todo el mundo está haciendo algo. Y casi todo está conectado al cacao.
Cuando llevamos grupos ahí (universidades, compradores, autoridades, gente curiosa que quiere entender cómo nace un buen chocolate), Chazuta siempre sorprende por tres cosas:
- El cacao es parte de la vida diaria, no un “cultivo más”.
 - Las mujeres tienen un rol directo en el valor del producto final.
 - La artesanía y la identidad cultural no son show para turistas: están vivas.
 
Vamos por partes.
1. El cacao de Chazuta no es solo materia prima
En Chazuta no te hablan del cacao como “algo que se vende al kilo”. Te hablan de aroma, fermentación, secado, corte del grano, notas de fruta, puntaje. Hay lenguaje técnico, pero dicho de forma simple.
Ahí trabaja, por ejemplo, Allima Cacao, una cooperativa que reúne a cientos de familias productoras de cacao fino en el distrito. Reportan trabajar con más de 300–450 familias socias que cultivan, fermentan y secan cacao de manera organizada para venderlo con calidad consistente. Su enfoque está en producir cacao orgánico, con trazabilidad, y hacerlo de forma sostenible para poder competir en mercados de mayor valor.
Lo interesante no es solo el volumen. Es que han incorporado cosas que, hace unos años, sonaban “muy grandes” para un distrito rural:
- postcosecha controlada (fermentación bien llevada, no al ojo),
 - secadores solares,
 - control de humedad,
 - clasificación de grano,
 - e incluso uso de tecnología para automatizar partes del proceso.
 
Todo eso hace que el cacao de Chazuta sea reconocido como cacao de sabor fino, con perfiles más complejos: cacao, chocolate intenso, frutas.
Cuando visitas, no solo ves sacos. Ves proceso.
2. Mishki Cacao: chocolate hecho por mujeres
También en Chazuta está Mishki Cacao (a veces escrito Mishky / Mishki Chocolate), una organización liderada por mujeres que decidieron dar un paso más: no solo producir cacao, sino transformarlo en chocolate y derivados.
La historia es potente porque es muy directa: muchas de ellas vienen de familias que antes estaban metidas en cultivos de coca (que alimentaban economías ilegales). Pasar del cultivo riesgoso a producir cacao, y luego a fabricar chocolate, fue literalmente cambiar de destino económico y personal.
¿Qué hace Mishki Cacao que todo el mundo debería ver en vivo?
- Compra y selecciona cacao local.
 - Fermenta y seca con criterio de calidad.
 - Procesa, muele, templa y convierte en chocolate artesanal.
 - Vende barras, pastas, bombones, cremas untable… con historia y origen.
 
Pero no es solo producto “bonito para turistas”. Es generación de ingreso propio, control del proceso y orgullo. Ellas te lo cuentan de frente, sin discurso de ONG.
Si tú traes una delegación (por ejemplo, sector público, cooperación, universidades, incluso marcas que compran cacao o chocolate), sentarte con ellas vale oro. Porque no estás leyendo un caso de estudio. Estás hablando con la persona que templó esa tableta ayer.
3. Cerámica que no es souvenir barato
Chazuta también es conocida por su cerámica tradicional. Las piezas tienen formas, colores y símbolos que vienen de generaciones atrás y han sido reconocidas como parte del patrimonio cultural peruano. Hay tinajas, cuencos, vasijas, diseños con geometría muy marcada y líneas orgánicas en tonos tierra, rojos y negros.
Cuando visitas un taller de cerámica en Chazuta, normalmente ves:
- barro preparado a mano,
 - modelado sin prisa (a veces en patio abierto),
 - secado natural,
 - bruñido (el pulido a mano que da el brillo),
 - pintado con pigmentos naturales.
 
No estás entrando a una tienda con cosas importadas. Estás entrando al lugar donde se hace, con las manos que lo hacen.
Para un visitante común es “qué lindo”.
 Para alguien que viene de diseño, identidad de marca, desarrollo de producto… es una lección real de identidad aplicada.
4. ¿Y el lado turístico? Lo hay, pero es tranquilo
Chazuta tiene visitas que combinan paisaje + calma + vida cotidiana. Algunas experiencias típicas que solemos incluir en ruta:
- Río Huallaga: el pueblo está literalmente al lado del río. El clima, el ritmo y la forma de vivir están marcados por el Huallaga.
 - Miradores y orillas del río: espacios donde puedes ver el valle, tomar respiro y entender cómo está ubicado el pueblo.
 - Chocolaterías locales / plantas pequeñas: para ver y probar chocolate “tree to bar”, es decir, chocolate hecho muy cerca de donde se cosechó el cacao. Esto también lo ves en emprendimientos tipo Nina Chocolate, que trabajan cacao de origen único en Chazuta y lo transforman en barras finas en el mismo territorio.
 - Termales y cataratas cercanas: en la zona hay baños termales y caídas de agua que se pueden visitar como parte del día (la gente suele mencionar termales como Chazutayacu y cataratas como Tununtunumba en el área).
Esto no es turismo masivo tipo buses, sino más bien “vamos, respiramos, volvemos”. 
No es un destino de fiesta. Es un destino de conexión lenta.
5. ¿Para quién es Chazuta?
Chazuta funciona especialmente bien para:
- Universidades / escuelas de negocios / posgrados que quieren ver cadena de valor del cacao en vivo.
 - Compradores o marcas que quieren conocer origen y entender por qué un cacao puede costar más que otro.
 - Gente interesada en chocolate fino, pero que quiere escuchar la historia directamente de quien lo hace.
 - Visitantes que quieren conocer Amazonía… pero sin la versión teatral o excesivamente turística.
 
No necesitas ser experto técnico para disfrutarlo. Basta tener curiosidad y respeto.
6. ¿Cómo solemos trabajar una visita ahí?
Cuando operamos una pasantía o misión técnica que incluye Chazuta, la experiencia normalmente se ve así:
- Bienvenida y contexto rápido (dónde estamos, qué vamos a ver).
 - Visita a una planta / cooperativa tipo Allima Cacao para ver postcosecha: fermentación, secado, clasificación.
 - Conversación con una asociación liderada por mujeres como Mishki Cacao, que transforma el grano en chocolate.
 - Degustación y preguntas abiertas (calidad, precios, retos).
 - Parada cultural (cerámica, identidad local).
 - Espacio de respiro cerca del río.
 
Es cercano, es directo y es humano. No es una visita guiada con parlante; es sentarse frente a la gente que hace posible que exista todo lo que después llega a Lima, a vitrinas gourmet o incluso al extranjero.
En resumen
Chazuta no es un “pueblito con cacao”.
 Es una comunidad que:
- cultiva cacao de alto perfil sensorial,
 - lo organiza en cooperativas como Allima Cacao para asegurar calidad y consistencia,
 - lo transforma en chocolate desde redes de mujeres como Mishki Cacao,
 - y mantiene viva una identidad artesanal propia, visible en su cerámica y en la forma en que se presenta al visitante.
 
Si quieres conocer cacao “desde el árbol hasta la barra”, mirar a los ojos a quienes lo producen y probarlo ahí mismo, aún tibio, Chazuta es donde tienes que estar.


                

